Para elegir una Residencia para mayores es importante examinar, además del precio de la plaza y la localización, los factores de calidad en la atención al residente. Ana Belén Martín, psicóloga especialzada en temas de discapacidad, nos presenta 9 factores clave, complementarios a nuestro presupuesto económicon y a la ubicación del centro.
foto por martin tod
¿En qué nos debemos fijar a la hora de seleccionar una residencia para nuestros familiares o para nosotros mismos? Vamos a intentar, en las siguientes líneas, aclarar algunas ideas que pueden ayudarnos en tan importante decisión.
Es evidente que hay dos factores que, pese a distintas opiniones acerca de ellos, son claves: presupuesto económico y localización.
Presupuesto económico: porque, aun con la cantidad de mayores que existen en nuestra sociedad y la necesidad de servicios de atención, la mayoría de las residencias de nuestro país son privadas, lo cual supone un desembolso económico que no todo el mundo se puede permitir y, además, acceder a un servicio de carácter público se torna realmente complicado.
Localización: porque si queremos cuidar bien de nuestros mayores y tratar que el ingreso en una residencia sea lo más normalizado posible, deberemos buscar un centro que esté en nuestra comunidad más cercana, con el mejor acceso posible tanto a la familia como a los servicios básicos y necesarios para el mayor.
Grado de dependencia: tan importante como lo anterior tenemos el nivel de salud y dependencia de la persona mayor. No todas las residencias tienen los servicios y personal necesarios para atender a personas con demencias, mayores en sillas de ruedas o grandes dependientes. El grado de dependencia nos va a condicionar sobremanera la elección que hagamos ya que no se tratará de lo que queramos, sino de la opción que responda a estas necesidades básicas. A mayor nivel de dependencia, más opciones de conseguir plaza en una residencia pública.
Dejando a un lado los anteriores aspectos hay otros muchos factores a tener en cuenta, siempre partiendo de la premisa fundamental de buscar aquella residencia que más garantías nos ofrece de un buen trato hacia nuestro familiar, asegurando su bienestar en todas las áreas y la correcta atención a cada una de sus necesidades individuales.
Para conocer las distintas residencias, teniendo en cuenta que se trata de una vivienda alternativa para aquellas personas que lo necesiten por una causa u otra, debemos visitarlas tantas veces como nos resulte necesario, de manera que podamos conocer todos los aspectos de nuestro interés y que queden solventadas todas y cada una de las dudas que nos vayan surgiendo por el camino.
Aspectos básicos
Algunos de los aspectos básicos que se deben considerar en estas visitas y en todo el proceso de búsqueda y elección de residencia son los siguientes:
1. Salubridad: Las condiciones de limpieza y salubridad deben ser las adecuadas.
2. Accesibilidad: La amplitud de los espacios y el acondicionamiento de los mismos (utilidad de cada espacio, mobiliario,…) tienen que dar respuesta a las necesidades de la población que atienden y sus dificultades de movilidad, así como garantizar la máxima comodidad posible.
3. Seguimiento del proceso del residente: es imprescindible que se desarrolle un correcto sistema de seguimiento individualizado de la evolución y el bienestar de la persona mayor, así como que esta información se traslade a la familia de forma frecuente, tanto más, cuanto más crítica sea la situación.
4. Profesionales y atención: El tipo y número de profesionales que atienden a los residentes. Tan importante es conocer las ratios de personas al cargo de cada uno de los profesionales de atención directa, como saber qué perfiles profesionales existen en la residencia. Bajo mi criterio profesional, debería haber, como mínimo, médico, psicólogo, psiquiatra (aunque éste podría ser en forma de colaboración), ATS/DUE, fisioterapeuta, terapeutas ocupacionales, trabajador social y técnicos de integración social, además, claro está, de puestos más administrativos como el de dirección, coordinación del centro y personal de administración.
5. Formación de los cuidadores: Siguiendo con el personal de la residencia, es fundamental obtener la máxima garantía posible sobre el adecuado nivel de formación y el buen trato que cada uno de los profesionales dispensan a los residentes.
6. Servicios mínimos: En cuanto a los servicios que deben ofrecer, tendrían que quedar cubiertas, al menos, las siguientes áreas: sanitaria, funcional, psicosocial, Neuropsicológica y conductual y, por último, el área familiar o de intervención familiar.
7. Dieta y transporte: También debemos valorar la disponibilidad de transporte adaptado y, por supuesto, todo lo relativo al servicio de comida, tanto en su calidad, como en su variedad.
8. Servicios complementarios: Son deseables también otros servicios que aumentarían la calidad de vida de la persona mayor, pero no los consideraríamos imprescindibles. Entre ellos, podemos destacar servicios estéticos (peluquería, estética, podología – aunque este último también es un servicio de salud-,…), servicios de masajes o spas, realización de actividades fuera de la residencia e integración en la comunidad, etc.
9. Protocolo de admisión: Por último, y en este caso posiblemente dejándome llevar por mi sesgo de psicóloga, considero que un aspecto fundamental a la hora de decidirse por una residencia u otra es el protocolo de admisión, fundamentalmente, en todo lo referido al conocimiento de la persona mayor y su entorno más cercano.
Creo que conocer a la persona, sus gustos, preferencias, habilidades, dificultades, necesidades, problemas de salud, su historia de vida,… es imprescindible para prestar una atención de calidad y para que el residente se sienta a gusto, como en su propia casa (o casi). ¿No nos gusta a todos que nos den exactamente lo que estamos buscando? Pues, para ello, deben conocernos.
Espero con estas líneas haber resuelto algunas dudas sobre los aspectos a tener en cuenta para valorar y elegir una residencia de mayores y, si no es así, preguntad vuestras dudas que trataremos de resolverlas.
Escrito por:
Ana Belén Martin
Psicologa especializada en discapacidad